Gracias por tu visita utópica

La casona lacianiega de Robles de Laciana


 

Casa lacianiega. Texto y dibujo de Julio Álvarez Rubio

Robles de Laciana, a finales del siglo XIX, era un pueblo pequeño asentado en terreno solano. No muy diferente de como se veía allá por el año 1982.

A la orilla de su viejo Camino Real, muy próxima a donde arranca el "Calichón del Carbatsín", se alzaba una vetusta casona que, ya hace largo tiempo, desapareció. Al igual que está pasando en la actualidad con los palomares tradicionales de nuestra provincia. 

Era una de aquellas construcciones en forma de arco, típicas de nuestras montañas, que merecieron viva atención de Julio Caro Baroja, Medina Bravo y antropólogos eminentes.

La fachada exterior, sólo rota por algún ínfimo ventanuco destinado a la vigilancia, era opuesta al norte y noroeste. A los montes tras los que escapaba el sol. A las colladas por donde azotaban los vientos. A las cañadas por donde las alimañas acechaban. A los barrancos por donde aullaba el lobo más arriba de la Martiniega.

Por contra, la fachada principal, la que abrazaba el corral, estaba abierta a los prados del valle. Miraba al sur y al este. En medio del patio, sobre cuatro pilastras levantadas de piedra, con casi dos metros de altura, se asentaba un hórreo fabricado de maderos y tablas. Su teitu de paja, arrancaba en los cuatro aleros como una pirámide cuadrangular para luego, casi imperceptiblemente, tornase en cono agudo con vértice reforzado por anillos de salguero.

El interior del hórreo era granero y despensa. El exterior, trastero. Debajo descansaban el carro y el arado, una escalera y otros muchos aperos de labranza. Todo el suelo del corral, entre el granero y el portal, había sido cubierto de enormes, gruesas y negras losas: las tsábanas.

Una puerta daba acceso a la cuadra de las vacas: la corte. Y, en el extremo opuesto, otra entrada abría paso al pequeño rebaño de cabras y de ovejas: a la recietsa. Las paredes de la casa eran de piedra dispuestas sin ayuda de argamasas, revocos ni encalados. La línera vertical de las cuatros esquinas, de voluminosos sillares, se trucaba a la altura del alero. Desde allí, las aristas convergían para encontrarse en la cresta del tejado: el cume.

Resultaban, de este modo, dos fachadas extremas, totalmente ciegas: los penales. Sobre ellos, el techo soportaba los más duros embates del viento y el agua por lo cual, una serie de pesadas lápidas dispuestas a modo de escalones, remataban el muro: las gritsandanas.

Con su peso, aprisionaban los extremos de las tsatas o listones que servían de base a las sucesivas capas tupidas de paja, que impermeabilizaban la cubierta: el teitu.

Así era aquella vieja casona de Robles, varias veces centenaria, cuando una chispa seguida de un incendio, la destruyó, allá por los años diez (1910).

Poco a poco vamos perdiendo nuestro patrimonio y nuestras raíces, con los palomares tradicionales de la provincia de León está ocurriendo lo mismo. Lástima que no sepamos valorar lo nuestro.

En el siglo XXI, pensar en la relación entre el ser humano 

y la naturaleza va siendo un tema crucial.

Toyo Ito

Irma Basarte10.-

 


Comentarios

  1. Los listos dicen que eso es antiguo y cateto, que no merece conservar, así consiguen que perdamos la memoria y nos mangoneen de forma más fácil.

    Saludos.

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  2. .Infelizmente hoje em dia pouco se preserva do que antigamente era a beleza do olhar. Prédios modernos que não querem dizer que sejam mais bonitos
    .
    Cumprimentos cordiais
    .
    Pensamentos e Devaneios Poéticos
    .

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  3. Pues menuda pena que se perdiese, por lo bella que era. Si es que sólo se nos da bien destruir, la leche. Bueno es que al menos nos la enseñes tan bien. Un abrazo, Irma.

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  4. Irma, una lastima, como la de tantas construcciones populares y singulares que aún quedan repartidas por los pueblos y que desaparecen poco a poco.
    Un abrazo.

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  5. Es una lástima, que edificios así desaparezcan.

    Besos

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  6. Muy instructivo como de costumbre. Es una lastima que desaparezcan, menos mal que al menos alguien se preocupa de que al menos conozcamos lo que fue .

    Besos

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  7. Pues en mi incultura creo que hay que mantenerlo, conservarlo y evitar que se pierda ese patrimonio, es parte de la historia y como tal debemos preservarlo para los que vienen detrás. Abrazos

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  8. Pensar nessa relação homem/natureza deveria ser sempre primordial! beijos, chica

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  9. Es o era una preciosidad y por lo que cuentas muy bien diseñada para esos años y esa forma de vida.
    Un abrazo Irma

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  10. Interesante historia.
    Un abrazo y cuidate

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  11. Loable "reportaje" con mensaje que aplaudo, Irma. Apostar por la piedra vieja, por la historia de nuestra arquitectura y de nuestros pueblos, es algo que está cruelmente olvidado. Gracias.
    Un abrazo.

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  12. Una pena que construcciones así no se reconstruyan, son parte de la historia.

    Buen reportaje Irma

    un abrazo

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  13. Gracias, Irma, por regalarnos un trocito de la historia de este tipo de construcciones. Unas edificaciones muy inteligentes y que sabían maximizar las condiciones del interior para afrontar los embates del clima.

    Feliz fin de semana.

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  14. Irma si no recuerdo mal una maqueta de una casa lacianiega la vi en el museo etnográfico de Mansilla de las Mulas, tendré que mirar mis archivos y publicaciones, creo que allí hiciste una exposición en ese museo así que tu también la recuerdes.
    Hoy mucho se habla de edificios bioclimáticos y reciclaje pero nuestros antepasados en eso como se dice en mi pueblo nos daban "sopas con honda".

    Saludos.

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  15. Yo que vivo en una ciudad que la piqueta descontrolada se llevó por delante muchos edificios y otros elementos arquitectónicos, soy de la opinión que hay que conservar y cuidar nuestro patrimonio. Tenemos que avanzar pero conociendo nuestro pasado.
    ¿Viviendas eficientes 2.0? Que aprendan de la historia.
    Un abrazo.

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  16. Es muy interesante ese post Irma, cuanta razón llevas tanto con esto como con los palomares, con todo aquello que forma parte de nuestro pasado y que por desgracia dejan que desaparezca cuando es nuestra historia y debería de conservarse y cuidarse.
    Feliz domingo.
    Un Abrazo.

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  17. Es interesante ver cómo eran los edificos, pero si está medio bien, podría rehabilitarse, tal vez ¿no?

    Un abrazo

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  18. No puede pensarse en esa relación humanidad-naturaleza en la medida en que no entendamos que nosotros también somos parte de ella, de la naturaleza y no entes superiores puestos sobre la Tierra para dominarla ni ninguna cosa similar. Hasta que ese pensamiento no cambie todo irá a peor.

    Saludos,
    J.

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  19. Muy interesante. Una pena.
    No debería desaparecer.
    Un beso.

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  20. en épocas pasadas sabían construir edificios, sin tanto autocad. deberían cuidarlos y restaurarlos, pero creo que los políticos están a otras cosas...
    besos!!

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  21. Muy interesante Irma. Siento pena de ver que desaparecen cosas tan lindas y con historia. Besos.

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  22. Estamos hechos para arrasar con todo, nada nos preocupa y todo nos sobra.
    El patrimonio ancestral, el más bello recuerdo y legado que se puede dejar a futuras generaciones, pero al parecer, nada de eso importa. Esa casona bien merecería la pena construir de nuevo, es inaudito que semejantes maravillas se dejen perder.
    Gracias por presentar y por tus buenas explicaciones.
    Un abrazo Irma y feliz primavera.

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  23. Una construcción muy interesante, una lástima que no se haya reconstruido. Valorar y conservar no siempre está en los planes de los que manejan el cotarro y así nos luce el pelo
    Saludos

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  24. Qué dolor pensar que ya no está. No valoramos ni cuidamos nada.
    Feliz martes.

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  25. ES una lástima su pérdida. Ojalá se hubiera replicado, si se observa que esta construcción en arco, había pervivido tantos años. Acaso en una posada, en un hostal capaz de recordar una herencia cultural. Un abrazo. Carlos

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  26. Siempre nos arrepentimos del pasado pero somos incapaces de mantener lo actual. En fin no tenemos arreglo.

    Gracias por vuestros comentarios. Besines utópicos.-

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Gracias por vuestros comentarios utópicos y sobre todo por creer en utopías, Irma.-

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