Rubén Solera Segura "El síndrome de la integración"
Foto de Secundino Pérez |
** No todos los días alguien tan especial como él, llena unas cuantas hojas del periódico Diario de León
con una bonita historia de fondo, siempre es un placer tener en el
barrio un amigo y un vecino tan especial como él, con su sonrisa y sus
historias de fondo. En fin la utopía de Rubén a mí por lo menos me
hace sentir cada día mas utópica y un pelín más feliz, seguro que
mañana nos vemos por el barrio.
Ana Gaitero nos cuenta la historia de Rubén y como a veces lo que parece una utopía si se lucha por ello, se consigue hacer realidad.
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la diversidad también es puntera La sonrisa del Inteco
El síndrome de la integración
Rubén Solera Segura, un joven de 30 años con síndrome de Down, se siente satisfecho de ser útil, valorado e irse de vacaciones con su dinero desde que es empleado del Inteco . Rubén es la sonrisa y el rostro que lleva la diversidad al Inteco. El empleado que reparte las cartas y es cinturón negro de kárate, es un joven de 30 años con síndrome de Down que se beneficia del incipiente (pero aún escaso) síndrome de la integración. Rubén Solera Segura, tan meticuloso como bromista, tan tenaz como tranquilo, es una de las siete personas que trabajan en una empresa ordinaria gracias al programa de empleo con apoyo de Amidown en León. «Me siento genial», afirma este hombre cuyas mayores satisfacciones desde que tiene trabajo es «ser útil» en la empresa, sentirse querido por los compañeros y salir de vacaciones.
ana gaitero | león 06/04/2014
Rubén llama la atención por su prodigiosa memoria para las fechas. Casi sin preguntarle, recita de corrido su vida laboral en el Inteco: «El 9 de enero de 2012 me hicieron un contrato, en 2013 me lo renovaron y el 9 de febrero de 2014 me lo volvieron a renovar hasta el 2015». Su primer día de prácticas en la empresa, apostilla, fue el 3 de octubre de 2011.
Se nota que también le gusta sumar y multiplicar: «Trabajo tres horas
al día de lunes a viernes, en total 15 horas a la semana», puntualiza.
El salto al mundo laboral de este joven con síndrome de Down es un hito
en su vida, como lo fue alcanzar la categoría de cinturón negro de
kárate, disciplina que practica desde niño.
«Me siento
satisfecho, genial y de todo, incluyendo a los compañeros: a veces hay
que ayudarles y ellos me ayudan a mí», afirma mientras explica las
múltiples tareas que desempeña en su puesto como auxiliar administrativo
en el Inteco. Aunque parezca mentira, en una empresa puntera en las
nuevas tecnologías aún es necesario el papel y el trabajo manual. Rubén
hace fotocopias, destruye documentación, entrega el material de oficina a
la plantilla, archiva documentos, recoge la paquetería y la
correspondencia y la reparte, al igual que las cartas o los billetes de
viajes, cheques de dietas y un sin fin de cosas pequeñas pero
necesarias.
Desde que gana un salario se ha permitido «salir por
ahí de vacaciones a Ibiza, Mallorca y Galicia», acompañado de «mi
hermana Elena». En el trabajo es puntilloso y metódico. La libreta que
tiene sobre la mesa, con su nombre escrito en letras grandes en la
primera hoja, es tan importante para Rubén como el ordenador, una ayuda
imprescindible para organizarse. «Cuando me encargan material de oficina
si son dos cosas voy y las cojo, pero si son más las anoto en la
libreta». El cuaderno le recuerda cada día los asuntos que tiene
pendientes porque allí «los voy apuntando», señala.
Rubén trabaja
en la cuarta planta pero es fácil encontrárselo en cualquier parte del
edificio cumpliendo su misión. «También me muevo mucho por el
ordenador», añade. Recibe encargos por correo electrónico y clasifica
documentos en una base de datos. No es su obligación, pero también riega
las plantas y llena de agua la fuente.
Rubén lleva dentro un gran
bromista. Recibe una llamada para un encargo de trabajo y hace como que
lo anota en una pizarra invisible en el aire ensanchando una amplia
sonrisa con el brillo pícaro de sus ojos achinados. Tiene 30 años y ha
llegado al moderno edificio de la era digital de La Lastra tras una
larga y tenaz etapa formativa que desarrolló, hasta cumplimentar la
educación obligatoria, en la escuela pública ordinaria, como reclaman
ahora otras familias cuyos hijos, como Rubén Calleja Loma, son
segregados.
Rubén fue escolarizado desde su primera infancia en el
colegio público Javier, de Puente Castro, y posteriormente en el
instituto Lancia de León. Allí cursó la ESO, hasta cuarto curso, y un
ciclo de imprenta rápida y manipulación. En Amidown, relata, desde el
año 2003 hizo cursos de auxiliar administrativo, manipulados
industriales y operario de tareas básicas y realizó prácticas en varias
empresas antes de llegar al Inteco.
La profesora de apoyo, comenta
el joven, ha sido muy importante en su integración en la empresa. «Me
enseñó a conocer a los compañeros», explica Rubén. Confiesa que nunca ha
sentido miedo a enfrentarse al mundo laboral: «Miedo no tengo, voy poco
a poco y voy conociendo todo», subraya.
Paralemente a la
formación académica siempre ha desarrollado actividades deportivas que
le mantienen en forma física y anímica. Rubén, además del kárate,
practica natación. El joven aprovecha sus ratos libres para leer, hace
solitarios con las cartas o se sumerge en la cultura de algún país a
través de Internet. Además es fan de documentales de la natuleza y
concursos televisivos como Pasapalabra y Saber y ganar.
«Tengo
unos compañeros geniales», comenta cuando hace balance de su tiempo en
el Inteco. «Es un trabajo muy bueno para mí, aprendo un poco de todo y
me siento útil en la empresa». No olvidará nunca el día de su cumpleaños
cuando en el trabajo le sorprendieron con un regalo espectacular: «Una
camisa azul turquesa, una cuelga y una tarjeta con mensajes de todos».
A
Rubén no se le escapa una. «Fue curioso que en la víspera de mi
cumpleaños, este año, tenía un correo de Rubén felicitándome porque
«mañana» era mi cumple, sé que es afecto y es auténtico, esas son las
diferencias que él marca, hace las cosas por naturaleza y con
naturalidad», explica Carmen Rodríguez Cascáis.
En el Inteco
destacan «su generosidad, su sonrisa y lo infatigable del continuo
aprendizaje que ha hecho para incluir e incorporar la diversidad a este
grupo humano» como los grandes valores de la presencia del joven en la
empresa.
«Ya han pasado más de dos años desde que aterrizó en
nuestras instalaciones y desde entonces, nos ha facilitado la vida aquí
adentro, nos sorprende con su sentido del humor y la ironía, nos regala
desenfado mientras reparte el correo y además, todos los 14 de
febrero, (bonita fecha para su nacimiento), esperamos esas pastas tan
ricas que nos trae», comenta Rodríguez.
Rubén Solera Segura es uno
de los siete jóvenes, unos síndrome de Down y otros con discapacidad
intelectual, que Amidown ha conseguido integrar laboralmente gracias a
su programa de empleo con apoyo que comenzó hace nueve años con otro
Rubén, de apellido Valenciano, el primer trabajador con síndrome de
Down, del Ayuntamiento de León. Ahora hay otra persona más integrada
laboralente en el consistorio leonés gracias a este programa.
La cadena de supermercados Alimerka, con dos jóevenes empleadas, la
guardería Willoby Land y McDonalds son las otras empresas leonesas en el
programa de empleo con apoyo de Amidown. «Cada persona es diferente y
el programa se adapta a sus necesidades para responder al perfil laboral
que se demanda», explica Lucía Cardena, trabajadora social y
responsable del programa de empleo de Amidown.
En los últimos tres años no se ha logrado ampliar el programa con nuevos contratos pero «al menos hemos logrado mantener los siete puestos que no es poco con los tiempos que corren», afirma el secretario de Amidown, José Antonio Herrero. El año pasado se registraron en León un total de 114 contratos a personas con discapacidad, siendo una de las cuatro provincias que experimenta un crecimiento negativo, según un informe de Ecyl.
Las dificultades para insertar en las personas con discapacidad intelectual y con síndrome de Down en particular radican sobre todo «en el desconocimiento de las capacidades reales que tienen tanto por parte de empresarios como de compañeros», afirma la trabajadora social. Otra dificultad es la escasez de oferta formativa adaptada, por la que ha peleado Amidown, y la propia situación general de altas cifras de desempleo.
La integración laboral en empresas ordinarias, aunque aún escasa, es otro hito, pues actualmente la contratación de personas con discapacidad se concentra en centros especiales de empleo donde es preceptivo que un 75% de las personas en plantilla tengan algún tipo de discapacidad.
El empleo con apoyo es un sistema de acompañamiento laboral para personas con discapacidad en empresas ordinarias. El preparador laboral, explica Lucía Cardeña, está un tiempo in situ con el trabajador en la empresa para darle las claves de sus tareas. En el caso de Rubén, por ejemplo, era muy importante que conociera la distribución de los puestos de trabajo así que una de las herramientas que utilizó para facilitar esta tarea fue dibujar un plano adaptado.
El apoyo in situ se retira paulatinamente y entonces se pasa a la fase de intermediación laboral. El preparador laboral realiza visitas quincenales a la empresa para supervisar la evolución. Rubén ya es autónomo y se mueve como pez en el agua por los vericuetos del Inteco. «También lleno la fuente de agua», apunta para completar la lista de tareas que desempeña.
Amidown prepara hasta el 2015 a otras 11 personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual en cualificación profesional inicial para servicios auxiliares administrativos. Son 120 horas de formación y realizarán prácticas en la Universidad de León (facultades de Derecho y Minas), los centros especiales de empleo Davidown y Soltra, Salema y también en las propias oficinas de Amidown bajo el síndrome de la integración.
En los últimos tres años no se ha logrado ampliar el programa con nuevos contratos pero «al menos hemos logrado mantener los siete puestos que no es poco con los tiempos que corren», afirma el secretario de Amidown, José Antonio Herrero. El año pasado se registraron en León un total de 114 contratos a personas con discapacidad, siendo una de las cuatro provincias que experimenta un crecimiento negativo, según un informe de Ecyl.
Las dificultades para insertar en las personas con discapacidad intelectual y con síndrome de Down en particular radican sobre todo «en el desconocimiento de las capacidades reales que tienen tanto por parte de empresarios como de compañeros», afirma la trabajadora social. Otra dificultad es la escasez de oferta formativa adaptada, por la que ha peleado Amidown, y la propia situación general de altas cifras de desempleo.
La integración laboral en empresas ordinarias, aunque aún escasa, es otro hito, pues actualmente la contratación de personas con discapacidad se concentra en centros especiales de empleo donde es preceptivo que un 75% de las personas en plantilla tengan algún tipo de discapacidad.
El empleo con apoyo es un sistema de acompañamiento laboral para personas con discapacidad en empresas ordinarias. El preparador laboral, explica Lucía Cardeña, está un tiempo in situ con el trabajador en la empresa para darle las claves de sus tareas. En el caso de Rubén, por ejemplo, era muy importante que conociera la distribución de los puestos de trabajo así que una de las herramientas que utilizó para facilitar esta tarea fue dibujar un plano adaptado.
El apoyo in situ se retira paulatinamente y entonces se pasa a la fase de intermediación laboral. El preparador laboral realiza visitas quincenales a la empresa para supervisar la evolución. Rubén ya es autónomo y se mueve como pez en el agua por los vericuetos del Inteco. «También lleno la fuente de agua», apunta para completar la lista de tareas que desempeña.
Amidown prepara hasta el 2015 a otras 11 personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual en cualificación profesional inicial para servicios auxiliares administrativos. Son 120 horas de formación y realizarán prácticas en la Universidad de León (facultades de Derecho y Minas), los centros especiales de empleo Davidown y Soltra, Salema y también en las propias oficinas de Amidown bajo el síndrome de la integración.
Post publicado en el periódico digital iLeon.com
Irma.-
Aquí en el Carrefour hay otro, un abrazo!
ResponderEliminarHay tanto camino aun por recorrer, pero bueno poco a poco se va consiguiendo la integración.
EliminarAbrazote utópico, Irma.-
Que relindo.
ResponderEliminarEs una personita encantadora.
EliminarAbrazote utópico, Irma.-
Para comerlo de bonito!+
ResponderEliminarPues sí...
EliminarAbrazote utópico, Irma.-
Es mi compi de trabajo. Ya podían aprender muchos de lo trabajador y responsable que es... Viva Rubén y la integración!!! Ojalá cunda el ejemplo en otras empresas.
ResponderEliminarPues tienes un compi excepcional.
EliminarAbrazote utópico, Irma.-
una tarea muy utópica la verdadera integración de los discapacitados físicos e intelectuales, aún queda mucho camino por recorrer en una sociedad cada vez menos tolerantes con las diferencias
ResponderEliminaruna tarea muy utópica la verdadera integración de los discapacitados físicos e intelectuales, aún queda mucho camino por recorrer en una sociedad cada vez menos tolerantes con las diferencias
ResponderEliminarQueda largo camino por recorrer, pero bueno el camino se hace pasito a pasito.
EliminarAbrazote utópico, Irma.-
que lindoo
ResponderEliminarEs una personita encantadora.
EliminarAbrazote utópico, Irma.-
Al final lo echaron Irma, ya sabes que las políticas del PP no son políticamente correctas con los problemas sociales, salvo para la foto y colgarse alguna medalla.
ResponderEliminarUn excompi de Rubén
Rubén Solera Segura desafía el mito de la incapacidad. Con síndrome de Down, halló independencia y propósito en su empleo en Inteco, disfrutando el poder de ser valioso y autónomo.
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